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El invisible Harvey (1950)


En 1950 y tras hacer "Wabash Avenue" en ese mismo año, Henry Koster se puso manos a la obra con una nueva película que acabó con el título de "Harvey" conocida en tierras hispanas como "El invisible Harvey".
La sinopsis nos sitúa en los primeros momentos a Elwoood P. Dowd (James Stewart) un hombre afable y cariñoso que siempre tiene una sonrisa para dirigir a los demás y a disposición de los demás.
Hasta aquí, todo parece ir viento en popa con el gran hombre que es Dowd, el problema es cuando Harvey sale a la luz, un conejo gigante que le acompaña a todos lados con la pega de que es imaginario y muchas veces suele montar escenas gracias a este suceso. Su familia, harta de tantas escenas, decide ingresar a Dowd en un psiquiátrico.




Este film que toma como base la obra de teatro de Mary Chase "El invisible Harvey", es una de esas películas a las que el tiempo le ha guiñado el ojo y es que se puede degustar perfectamente esta comedia alocada sin ser el espectador presa del pánico del tiempo.
Desde un primer momento con la escena del cartero y Dowd, sabemos que nos vamos a encontrar con una comedia plagada de situaciones hilirantes y que superan el límite de la cordura, ya ves, ¿Qué gracia tendría sin ese aspecto?.
El director juega mucho con la temática de la cordura y la locura, en cual es el verdadero significado de locura o de cordura y en el estado de felicidad que puede proporcionar cada uno de estos ámbitos, todo esto a través de un triángulo principal compuesto por Dowd, Harvey y Veta, la hermana de Dowd e interpretada por Josephine Hull, que aunque no logra una actuación excelente se acaba llevando el Oscar (el único que obtuvo la película) a la categoría de Mejor actriz secundaria, aunque sinceramente, para mi gusto no había nada mejor.
Ahora, si hablamos de interpretaciones, chapeau por James Stewart que borda su papel con una simpatía esplendida y siempre siendo muy cauto de que Harvey no sufra daños algunos y sea el primero en pasar por las puertas a las que van accediendo a lo largo de la película él y su inseparable amigo.
De hecho, no comprendo por qué el Oscar no fue a parar a dicho actor, estuvo nominado, pero José Ferrer le ganaría la estatuilla gracias a su gran papel en "Cyrano de Bergerac" (1950) de Michael Gordon. Pero nada, las escusas son totalmente inútiles, a pesar de que es una espléndida actuación la de Ferrer, Stewart lo bordó aún más, lo que me lleva a plantearme que tal vez dicho premio se lo concedieron al actor puertorriqueño porque en el futuro a lo mejor no tendría papeles de tanto éxito y, aunque estuvo a punto de volver a conseguir dicho premio en "Moulin Rouge" (1952) de John Huston. Y que aparte, James Stewart ya había obtenido un Oscar gracias a su papel en "Historias de Philadelphia" (1940) como Macauley Connor.


La película posee fuerza, ganas y sobre todo te da ganas de vivir una vez visionada, da igual como sea, si loco o cuerdo, pero vivir es lo que cuenta, al menos esa es la filosofía que nos muestra Dowd.
Koster también nos da a nosotros un papel en el film, el de descubrir si los cuerdos son los locos que no ven a Harvey o si los locos son verdaderamente los que ven a Harvey, haciéndonos interactuar con un guión completamente genial, divertido y lleno de locura.
Un film lleno de simpatía y donde locura y cordura se dan la mano.
Maravillosa.

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